A propósito de que el 25 de noviembre se recuerda el Día Mundial de la Eliminación de la Violencia Contra la Mujer, decidí escribir un artículo al respecto, ya que es un tema que en los recientes años ha tenido una mayor relevancia política y social, sin embargo a pesar de los muchos esfuerzos aún continúan las desigualdades y atropellos a las mujeres.
El Comercio en su artículo referente a este tema, indica que en lo que va este año 2020, se han registrado en nuestro país 101 femicidios. De los cuales, el 66% han sido parejas o ex parejas, 7.9% padres o padrastros. Lo cual implica que en más del 80% de los casos han sido personas dentro del núcleo o entorno familiar.[1]
Las Naciones Unidas definen la violencia contra la mujer como «todo acto de violencia de género que resulte, o pueda tener como resultado un daño físico, sexual o psicológico para la mujer, inclusive las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de libertad, tanto si se producen en la vida pública como en la privada» . Las estimaciones mundiales establecen que al menos 1 de cada 3 mujeres en el mundo han sufrido violencia física o sexual alguna vez en su vida.[2]
A pesar de que nuestro país posee normativa que garantiza la vigencia, ejecicio y exigibilidad de los derechos de las mujeres, desde nuestra constitución hasta instrumentos internacionales que hemos ratificado como CEDAW de 1981, PAB 1996, entre otros, resulta aterrador que 1 de cada 3 a lo largo de nuestras vidas podemos ser sujetas a cualquier tipo de violencia, y lo más preocupante es que la mayoría de casos se dan por personas dentro de nuestro mismo entorno.
Ahora, qué podemos hacer para remediar esta situación, las estadisticas del año 2012 que realizó las Naciones Unidas en el Ecuador, sobre Relaciones Familiares y Violencia contra las Mujeres, concluyó, que las mujeres más vulnerables a experimentar violencia tienen entre 16 y 20 años, se han casado o dejado la casa de sus padres; y a pesar de que en todos los niveles de instrucción la violencia de género sobrepasa el 50%, en las mujeres que tienen menor nivel de instrucción la violencia llega al 70%.
Por lo que como Estado y miembros de la ciudadanía podemos hacer algo al respecto, por un lado fortalecer la educación gratuita en todos los niveles, en especial otorgando las debidas facilidades a nuestros niños y jovenes que se encuentran en áreas rurales, quienes son parte del grupo más vulnerable para recibir no solo la educación inicial sino también la educación intermedia y universitaria. Y por otro, fortalecer en valores a la familia, el núcleo más importante de la sociedad.
Tal vez, alguno se pregunte porque niños y jovenes, si hablamos de la mujer, porque la modificación y cambio de la forma de pensar y vernos como iguales, sujeto a los mismos derechos, es de todos, desde la mamá que le enseña sobre la igualdad y el respeto a sus hijos, dejando a un lado el pensamiento de que las mujeres atienden la familia, lavan, planchan, cocinan, cuando es una tarea compartida; del papá que respeta y con ejemplo demuestra a sus hijos el cariño y consideración que le tiene a su madre y esposa, del amigo que pone en su lugar a los otros por tratar de objetivizar a una compañera, hasta el maestro, tendero, empresario y político que trata con igualdad a sus pares mujeres.
Creo que a cualquier persona, hombre o mujer si le preguntáramos que le queremos dejar a nuestras hijas no es un mundo inseguro donde deba cuidar su forma de pensar, hablar, vestir, horas de salida, o un mundo en el que por el sencillo hecho de ser mujer, no pueda hacer determinadas cosas, o tener determinadas profesiones, o inclusive merecer el mismo sueldo por la misma tarea que un hombre; sino un mundo donde ella sea considerada y respetada por lo que es, y aporta a esta sociedad.
Como simples ciudadanos, ya no actores políticos y sociales, tal vez nos preguntaremos qué podemos hacer, pues es sencillo y a la vez creo yo la más importante tarea de todas, empezar desde casa, erradicando cualquier forma de discriminación, hablar sobre los peligros que enfrentan las mujeres, darle la seguridad y confianza a nuestras hijas, hermanas, trabajadoras, socias y compañeras de que su integridad mental y física está primero y siempre puede decir NO, y denunciar los actos que la incomoden o dañen.
Finalmente, para nuestros jueces, fiscales y miembros de la policía, no encubrir ningún tipo de actuación que dañen a nuestras mujeres, buscar siempre la verdad de los hechos, y por sobretodo darle la confianza a nuestras víctimas de denunciar, porque en nuestro país si se puede hacer justicia, ya que los buenos somos más.
Ab. Karla López Patiño
[2] https://www.paho.org/es/temas/violencia-contra-mujer
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